El blog, así como esta entrada, deben su nombre a uno de los mejores cuentos de terror del escritor belga Jean Ray. No haré una reseña del relato, al menos por ahora, pues mi propósito básico es dar una pista de la afición que me motiva a escribir estas líneas: el miedo. No me refiero al miedo que provoca esta "ciudad psicótica" (con perdón de la Castañeda), ni al miedo a perder el empleo. El mundo está lleno de amenazas y atrocidades demasiado palpables como para pretender negarlas o minimizarlas, pero, precisamente por su punzante inmediatez, no las tomaré en cuenta. Mi interés, en cambio, es detenerme en el miedo que ocasionalmente provoca una historia de fantasmas bien contada o la perturbadora imagen de una película a pesar de ser perfectamente conscientes de que nos mienten o de que sólo presenciamos un espectáculo efímero que no tiene otra razón de ser más que el entretenimiento pasajero.
Mencionado lo anterior, podría preverse que ahora se añadirá: "pero esto no significa que sólo tenga cabida el horror, representado por brujas, fantasmas y dioses lovecraftianos, sino que también será un espacio para la fantasía, el humor, la poesía, la capa y la espada." Pues bien, temo decir que no será así: Tolkien brillará por su ausencia, del único dragón del que se hablará será del dragón de Komodo (y sólo cuando protagonice una macabra leyenda), los vampiros glamorosos y trágicos viven en la puerta de enfrente y el "realismo mágico" seguramente es el nombre de una asignatura de la carrera de Letras Iberoamericanas.
Para que quede bien claro: aquí se darán cita los cadáveres putrefactos, implacables cazadores de adulter@s, de Tales from the Crypt; cuando invoquemos al diablo no acudirá a la cita el personaje melancólico de Milton, ni la figura chapucera de la picaresca, sino el patas de cabra que habita debajo de tu cama y quiere tu alma; y la Llorona llevará, no un hermoso huipil que la confunda con la Virgen, sino un provocativo escote que, irremediablemente, te obligará a que la invites a subir a tu auto cuando te pida aventón a las tres de la mañana en la carretera San Luis Potosí - Querétaro.
En otras palabras, este será el Pabellón de los Charlatanes. Sí, a veces se hablará de otros temas cuando mi estado de ánimo lo amerite, pero el punto básico es dejar de lado las pretensiones literarias y la semiótica del cine para contarnos mentiras sobre el caballo del infierno que se aparece en Calzada de Tlalpán a la altura de Metro Portales o sobre la historia real que inspiró la realización de Sesión 9 para después irnos a dormir tranquilos, pues, como buenos cínicos hijos de la postmodernidad, sabemos que todo es mentira.
Porque es mentira ¿no es cierto?
Mencionado lo anterior, podría preverse que ahora se añadirá: "pero esto no significa que sólo tenga cabida el horror, representado por brujas, fantasmas y dioses lovecraftianos, sino que también será un espacio para la fantasía, el humor, la poesía, la capa y la espada." Pues bien, temo decir que no será así: Tolkien brillará por su ausencia, del único dragón del que se hablará será del dragón de Komodo (y sólo cuando protagonice una macabra leyenda), los vampiros glamorosos y trágicos viven en la puerta de enfrente y el "realismo mágico" seguramente es el nombre de una asignatura de la carrera de Letras Iberoamericanas.
Para que quede bien claro: aquí se darán cita los cadáveres putrefactos, implacables cazadores de adulter@s, de Tales from the Crypt; cuando invoquemos al diablo no acudirá a la cita el personaje melancólico de Milton, ni la figura chapucera de la picaresca, sino el patas de cabra que habita debajo de tu cama y quiere tu alma; y la Llorona llevará, no un hermoso huipil que la confunda con la Virgen, sino un provocativo escote que, irremediablemente, te obligará a que la invites a subir a tu auto cuando te pida aventón a las tres de la mañana en la carretera San Luis Potosí - Querétaro.
En otras palabras, este será el Pabellón de los Charlatanes. Sí, a veces se hablará de otros temas cuando mi estado de ánimo lo amerite, pero el punto básico es dejar de lado las pretensiones literarias y la semiótica del cine para contarnos mentiras sobre el caballo del infierno que se aparece en Calzada de Tlalpán a la altura de Metro Portales o sobre la historia real que inspiró la realización de Sesión 9 para después irnos a dormir tranquilos, pues, como buenos cínicos hijos de la postmodernidad, sabemos que todo es mentira.
Porque es mentira ¿no es cierto?